Cuando los malos modales de Beethoven llegan a hartar a los Newton, los niños le apuntan en secreto a una escuela de adiestramiento. Sin embargo, durante un paseo por el parque, Beethoven da rienda suelta, a su estilo, a una especie de versión canina del cuento del Príncipe y el Mendigo: se escapa y acaba confundiéndose con Michelangelo, un perro perfectamente amaestrado que es idéntico a él. Y así, mientras los newton no acaban de dar crédito a lo obediente que se ha vuelto su perro, el verdadero Beethoven se dedica a hacer estragos en el hogar de la acaudalada y estirada familia Sedgwick.